lunes, 14 de diciembre de 2009

Propuesta decente

Como habrán podido apreciar los que han leído este humilde blog, la Política es tema recurrente de quien suscribe. Como resulta fácil despotricar contra los políticos -aunque sumamente agradable-, he querido detenerme un poco en posibles soluciones para frenar tanta algarabía y tanto desparpajo, porque, ¿han visto alguna vez a un político que pueda ocultar su alegría por estar donde está y por ganar lo que gana? ¿Han visto alguna vez un político que no esté pagado de sí mismo, casi pensando que lo que están "haciendo" (cuando lo hacen y si es que lo hacen) es de suyo noble e importante, y que no cabía esperar otra cosa del Destino en lo que a ellos concierne? Lo(s) ha visto, lo sé, pero son la excepción, no es verdad? I rest my case (perdón por el inglés en una columna en español). Pues bien, debemos parar tanta chacota, como también debemos evitar pensar que no podemos cambiar nada, que están muy lejos, que parecen inalcanzables. A lo más son gente encopetada y violenta, con ansias de figurar y de mandar, que han llegado al poder de la forma más fácil, expedita y onerosa que cabe. Y vuelvo a caer en lo mismo. Perdón. He aquí mis proposiciones:

1.- No absoluto a la reelección. El manido recambio generacional, y digo manido porque se habló de él en la pasada elección como quien no quiere la cosa (literalmente), no es que, simplemente, sea "sano" para la Política, es imperativo por varias razones: insufla de nuevas energías e ideas el debate, permite la entrada del coraje y del dinamismo, destruye el anquilosamiento, la comodidad y la conformidad, y perfecciona la labor parlamentaria, al hacerse a consciencia y en tiempos más cortos. Pero no nos quedemos ahí, porque eso quieren estos demagogos. Ellos aluden, los que aluden, a candidatear de vez en cuando a algún cabrito o cabrita con muchas ganas, tantas, que no vacilarían en obedecer la orden de partido para agradecer el cupo, la oportunidad, este manso regalo del cielo que es tener pega por 4 años sin fiscalización alguna, con regio sueldo por no hacer nada. Pues bien, el recambio está asegurado si no se permite la reelección bajo ningún concepto. Ya reza el adagio que las segundas partes nunca son buenas, lo que generalmente es cierto, pero segundas, terceras o incluso cuartas partes (hay tipos con 20 años en el Parlamento) garantizan un paupérrimo rendimiento. Creo que, con esta simple medida, apostamos por el renacer de la vocación de servicio público, últimamente tan desdibujada, tan ausente que ya nadie habla de ella o la exige, y que culmina con la idea a tono con estos tiempos: que hay que igualar los sueldos públicos con los privados para atraer a la mejor gente al Estado, como si fuese exactamente lo mismo, como si no hubiera ninguna diferencia de fondo, como si servir a un patrón o directorio por razones puramente económicas constituyera lo mismo que servir a todos los chilenos. 

2.- Voto voluntario: esta quimera, que no creeré mientras no la vea, es la democracia en estado puro. Tan puro que nadie va a ir a votar.

3.- Eliminación de la autodieta: esta idea no sólo concierne a la autodieta, sino a todas aquellas cuestiones, léase privilegios, permisos, horario de trabajo, entre otros, que nadie en su sano juicio dejaría al arbitrio de los mismos trabajadores. Las razones, a mi entender, son obvias y, aunque no tengo dudas de la honorabilidad y decencia de unos pocos, ése es justamente el problema: son unos pocos y, a estas alturas, nadie podría creer razonablemente que esto vaya a cambiar para mejor, además de constituir un insulto en un país pobre como el nuestro. ¿15 millones para un senador por 8 años? Ganan más que el propio Presidente de la República!!! ¿Y qué hacen que sea tan importante? ¿Las leyes que ellos mismos desprecian a la primera oportunidad? ¿Dónde está el retorno y cómo nos aseguramos de que hagan la pega? Es insólito y sólo tiene lugar en este rincón del mundo, donde la fiscalización ciudadana es una broma. Esta dieta no hace sino engordar los bolsillos de nuestros parlamentarios, es totalmente desproporcionada a nuestra realidad económica y resulta legítimo pensar que atrae a muchos indeseables, que no estarían ahí en primer lugar si se pagase una cantidad adecuada (¿un tercio, tal vez?). La pregunta, entonces, es cómo determinamos esto, y lo penoso es que cualquier solución del tema (se habla de una comisión independiente, de pago por día trabajado o proyecto presentado, etc, etc.) pasa por un proyecto de ley. Qué lindo es ser parlamentario!!!! 

4.- Revisión y reinvención de la actividad parlamentaria: creo que ésta es la idea que subyace en todas estas críticas, nada novedosas por cierto, de la mentada actividad. Y, a este respecto, no tengo esperanza alguna, porque es propio de nuestra inveterada idiosincracia el no defender nuestros derechos o exigir lo que es justo o razonable: nuestra mediocridad como pueblo ha consolidado esta situación, que ha de perpetuarse como corolario lógico de nuestro apocamiento e indecisión, de nuestra pobre opinión de nosotros mismos. Somos pencas y, como tales, tenemos gobiernos pencas y autoridades a tono. Vamos a cambiar eso.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Powered By Blogger