Explorar nuevas formas de pensamiento, nuevas ideas, cuyo común denominador es que sean rupturistas. ¡A sentar las bases de un nuevo estadio evolutivo!
Cambiar la táctica, damas y caballeros, es lo que debemos hacer. Pensar distinto es urgente. Hay que revisar la estrategia con que enfrentamos esta Nomenklatura económica y política que nos rige, reformular el cómo articulamos la crítica y canalizamos el obvio descontento, pues no creo que podamos albergar la esperanza de que vaya a cambiar o siquiera mejorar en lo que nos quede de vida así como vamos. Corremos un gran riesgo dejando pasar tanta canallada junta sin que los responsables ni siquiera sientan ignominia por sus acciones, y obviando el hecho manifiesto de que aquéllas tienen y han tenido lugar aún a pesar de todos los resguardos, sean éstos constitucionales, penales o electorales. Urge cambiar el enfoque. Decretar el cese al fuego. Loables son las intenciones, desinteresadas las voluntades, de todos aquellos que escribimos cartas a los diarios o publicamos humildes notas como ésta, sin más afán que un Chile más justo, denunciando, reflexionando, debatiendo, aportando; pero que, lo confieso, siento que apenas rasguñan la superficie de este sistema monolítico y cerrado, en que los ciudadanos sólo nos limitamos a votar a pedido de los mismos de siempre, en campañas que insultan nuestra inteligencia. No puedo aceptar que nuestro único papel en este maquiavélico entramado sea concurrir a las urnas para manifestar nuestro desaprobación cada cierto número de años, cuando el resultado de la gestión del político cuestionado deja mucho que desear y no se condice ni con el nivel de remuneración ni con la miríada de privilegios que se les granjea para un mejor desempeño. Algunos ni hacen la pega. Semejante despilfarro de recursos estatales no se justifica en un país del tercer mundo, como tampoco lo hace el que los problemas de índole económica, que siempre son obra de unos pocos, sean resueltos por el dinero de todos nosotros, y que, más encima, ellos exijan que se les ayude. Se les está pasando la mano. Nada nuevo bajo el sol.
Es por ello que debemos ser proactivos y colaborar con la autoridad en la resolución de nuestros problemas, siempre y cuando hayamos elegido personas de carne y hueso, probas, íntegras, competentes, y no pequeños dictadorzuelos que creen que su repartición (Ministerio, Servicio, Municipalidad, Dirección) es su parcela de agrado. En esto los partidos políticos han sido nefastos, porque le abren sus puertas a cualquier advenedizo con aires de grandeza, quien, impajaritablemente, se estima preparado para cualquier magistratura, cargo o sinecura, pues su vocación de servicio público está más allá de toda duda y él o ella piensa que merece recompensarla. Cuando las nociones de derecha e izquierda se difuminan, y ya no se trata de optar por una economía de libre mercado o por el Estado de Bienestar, el concepto mismo de partido político como instrumento para defender los principios y posturas políticas se vuelve obsoleto, y éstos se transforman en sólo símiles de un club deportivo de fútbol: todos quieren jugar o aspiran a hacerlo algún día. Estas nuevas tesis que han circulado para defender el intercambio de congresistas fallecidos por otros militantes del mismo partido refuerzan esta idea: no importa si los electores se pronunciaron por un candidato porque confiaban en él, en razón de sus ideas o, simplemente, porque el cartelito que lo promocionaba lo hacía ver honesto, trabajador o tincudo (respecto de las electoras). Es evidente que estas maquinaciones, porque no son otra cosa, violan el espíritu democrático y cualquier sentido de la decencia que la Política alguna vez tuvo, pues las personas no son intercambiables, no son meros cupos pertenecientes a una ideología o, mejor dicho, a una triste ficción que pasa por una. Además, esto desafía la lógica electoral o, en su defecto, el más elemental sentido común: que ocupe la vacante el segundo más votado y ya está. Pero me respetan a la gente y sus decisiones, como tanto les gusta declarar.
Si nuestros denodados esfuerzos por hacernos oír han naufragado lastimosamente, preciso es replantear la forma de objetar y de reclamar por los desaguisados de los personajes en cuestión. Cuando la gente empiece a entender que los políticos no son la solución de sus problemas - porque no es su rol, porque no tienen las capacidades o competencias necesarias y porque no todo pasa por la ley - y se organice cada vez más, cuando haga valer sus opiniones y argumentos, cuando comience a creer en sí misma e instale el respeto como condición sine qua non para la representación popular, este país saldrá adelante, y lo hará por sus propios medios, sin políticos facinerosos ni empresarios codiciosos que no han, en verdad, emprendido nada.
La iglesia te acepta por tus creencias y te rechaza por tus conocimientos.
Mark Twain
Charles Baudelaire
Cuando existe la tiranía de las mayorías incultas y el uso indebido de la fuerza para obligar a los gobernantes a adoptar políticas, decisiones o regulaciones desafortunadas; cuando la democracia se mancha de ilegalidad y violencias, con el pasar del tiempo, se constituye la oclocracia.
historiador griego,
Historiae, VI, 4.