domingo, 29 de marzo de 2009

Política Cultural o La Cultura de la Política

Política: Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados. 

Ya es unánime: el descrédito de la clase política es indiscutible. Todos pontificamos con esta verdad, del porte de una casa, y no hacemos nada para revertirlo. No hablamos aquí de temas sin importancia - éste vaya que la tiene, y en grado sumo - sino de nuestro futuro, nada menos. La ocasión, desgraciadamente, no podría ser mejor, cuando el impacto de una "crisis" en todas nuestras vidas y bolsillos realmente se hace sentir, algunas veces de manera catastrófica, y el tópico en cuestión, viejo como el hilo negro, distrae a lo sumo, me atrevería a decir, a nuestra remilgada y alicaída opinión pública, propia del país de dueñas de casa, muy respetables por cierto, en que nos hemos convertido. Nos tiran una teleserie o dos y es suficiente.

Y escribo crisis en comillas no porque descrea de su devastadora existencia para muchos que lo han perdido todo, sino porque me ha tocado asistir al triste espectáculo de nuestro gobierno corriendo a socorrer a los que, proporcionalmente, han perdido muy poco, poquísimo, respecto de los cuales no ha habido crisis ni por asomo, y éstos embolsándose descaradamente esta preciosa y por todos provista ayuda, que no era para ellos en principio y finalmente lo fue. Me hubiera gustado ver la misma enérgica cívica reacción contra los bancos que alegremente constaté cuando lo de las farmacias, que algunos, bastantes por lo que he podido apreciar, consideraron que fue poco castigo. A propósito de éstas, un extranjero notó su número en demasía en comparación con otras latitudes – lo que empeora la ofensa de aquéllas – y llegó a la espeluznante conclusión de que Chile es un “país de enfermos”. Les dejo la reflexión.  

¿Cómo elevamos el nivel de nuestros políticos? ¿Con cultura, léase resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos? Nuestro Parlamento tiene en sus filas hombres cultivados, lo que no les ha impedido transar con ciertos principios que uno consideraría como propios de la dignidad del cargo que ocupan y que honran el mandato de toda una sociedad. Ese bagaje cultural, justamente, es el que hace imposible que no sepan la gravedad y tamaño de la falta. Además, a mi parecer más grave, violan con su actuar el espíritu de la ley, el principio generador necesario para una ordenada y justa convivencia, para la tan vilipendiada pero, y en esto no hay que engañarse, imprescindible paz social. Todo sea por unos cochinos pesos y por pertenecer a una, me perdonarán, vasta basta elite que, a la primera de cambio, trafica alegremente con las influencias como si nada y le importa un carajo.

Clamamos por cultura cuando las condiciones para su adecuado desarrollo son deplorables: ¿qué cultura va a cuajar en este ambiente de universidades totalmente mercantilizadas, pervertidas en su naturaleza, privadas de su vital rol, verdaderas casas de estudio, que lucran con la información, y donde el profesional liberal, natural forjador del conocimiento y alguna vez digno en esta nación, se presta para la publicidad del negociado? ¿En que el Estado es el indispensable mecenas de las artes? ¿En que se aspira a burocratizar esa genuina, a veces emocionante expresión de sensibilidad que es la obra artística mediante un Ministerio? ¿En esta sociedad gris que acepta que unos bandidos pongan de moda la palabra mediocridad, con todo lo cruelmente lapidaria que es, porque íntima pero falazmente cree que es así? ¿Por qué la cultura debe ser "entretenida" cuando nunca antes lo fue? ¿Dónde está el saber en Chile? ¿Dónde la verdadera sabiduría de nuestro pueblo? ¿Por qué no partir por ahí?

 

jueves, 26 de marzo de 2009

Del Neoluminismo o La Nueva Ilustración

Me apasiona la Historia. El relato pormenorizado de grandes sucesos ancestrales, la narración que refiere los fascinantes derroteros de vidas pretéritas, me hace evocarlos vívidamente y puedo sentir el paso del tiempo. Leer sobre los enormes esfuerzos de nuestros antepasados ante circunstancias imposibles, sus empresas más difíciles, conocer sus sueños y ambiciones, ideas y miedos, en suma, sobre cómo el temple de la Humanidad ha sido puesto a prueba una y otra y otra vez y ha vencido, y cómo, también, ha fallado sangrienta y miserablemente, ha constituido un pasatiempo bastante inspirador, gratificante e instructivo. Vivimos sobre las ruinas de grandes hazañas y magnas epopeyas de hace muchísimo tiempo, que, las más de las veces, damos por sentado. Poder asistir al increíble y asombroso espectáculo de la supervivencia del hombre en la Tierra, examinar el legado y testimonio de su brutal y precaria existencia, es altamente recomendable, pues entraña no pocas lecciones. 
Una de ellas, a mi modesto entender, es que nunca el homo sapiens se ha encontrado completamente solo frente a su razón. El triunfo humano sobre la adversidad puede explicarse por una serie de factores, donde lo supernatural, lo religioso, ha tenido un rol justificadamente decisivo: en un ambiente hostil que amenaza el propio ser, pleno de incertidumbres, donde el desaliento campea a sus anchas, pervive en el ser humano esa hambre de respuestas, esa sed de consuelo que lo hizo mirar al Cielo y encontrar la fuerza necesaria para seguir. Las complejas vicisitudes que le tocó experimentar no le dejaron otra opción.
Mas hoy podemos ver el distante pasado con cierta reflexión, y podemos apreciar cuán equivocados estaban en sus convicciones al respecto: este es el único juicio posible para una civilización que progresa, que se dice progresar en su más fiel acepción del término, y la prueba es patente. Largas y penosas centurias sumida en la oscuridad, la experiencia humana casi fue sofocada por ínfulas divinas, y el consuelo ya no fue tal. Siento rabia en el cuerpo y frío en el corazón al indagar en aquellos tiempos, y aún hoy observar, los indecibles abusos cometidos por los representantes de Dios en la Tierra, aquél que es amor.
Y advino la llamada Ilustración, también llamada Época de las Luces o Iluminismo. Los angloparlantes la denominan Age Of Reason; quizá con el mismo espíritu pragmático llamaron a la Temprana Edad Media como The Dark Ages. No deja de ser sugerente esta asociación de ideas entre razón-luz y religiosidad-oscuridad. Raciocinio y sentido común van concatenados, y el obrar con inteligencia, o el permitirle obrar, es un signo claro de luminosidad, porque es lo mejor de nosotros. Y el Hombre fue artífice de su destino, pues, para mí, esto significó la madurez del hombre occidental, tan dado a cruzadas y fe religiosa, que empezó a pensar por sí mismo, y, a su vez, a cuestionar lo que lo rodeaba. El mundo se abrió para él, y él se abrió al mundo: fue una liberación del yugo eclesiástico que alcanzó a la ciencia y a las manifestaciones artísticas. Hubo arte, así, a secas. Nuevas ideas, algunas radicales, se abrieron paso. La ciencia, libre de ataduras, pudo desempeñar su papel: explicar nuestro entorno con verdad y no mística, y proveer de conocimientos que fueran de utilidad para el bienestar de todos. 
Esta época permitió que se volviese a confiar en el hombre, y que éste confiase en sí mismo, como ser capaz de determinar su presente y futuro, solo, ante el vasto Universo. Solo, como siempre "libre albedrío" se hubo de entender. Sobretodo, disipó el miedo paralizador, la culpa, el temor reverencial inoculado en las mentes y corazones de la feligresía: el Infierno ya no fue suficiente para controlar la masa, porque hombres ilustres y preclaros, con cierta autoridad, tendían a dudar de su existencia o, en el peor (¿mejor?) de los casos, hacían ver la manifiesta contradicción entre un Dios Padre amoroso y lo que un lugar como el Averno suponía para su imagen. Algo, se sentía, no andaba bien, y esto marcó el principio del fin, diría yo, de una larguísimo período en la historia humana de culto a lo sobrenatural, a una o varias divinidades, y que afectó, naturalmente, a su entonces "máximo exponente": la Iglesia Católica.
Porque, ciertamente, permitió que el escrutinio público y privado sobre sus actividades y elementos fundantes se acentuara. Y esto porque prácticas como la venta, algunas veces descaradamente pública, de cargos eclesiales e instituciones como la abominable Inquisición tuvieron su impacto, cómo no, en el sentir general de la sociedad, atacada transversalmente por este problema y casi herida de muerte. Resulta paradojal que la noción de inquirir sea diametralmente opuesta a la de fe, y que la misma naturaleza inquisitiva del hombre, verdadero motor de la ciencia, constituya en definitiva la base del movimiento secularizador que vino después y que, en la actualidad, ha alcanzado su punto álgido. El ateísmo hoy tiene su espacio en nuestra sociedad y lo ocupa por derecho propio. 
A nuestra era se le ha dado en llamar Era de la Información; yo la llamo Neoluminismo o la Nueva Ilustración. Nunca antes la Razón ha brillado con más fuerza, nunca antes la Verdad ha tenido mejor pronóstico, nunca antes la superestructura vigente y esclavizante ha sido tan tenazmente amenazada y nunca antes nos hemos sentido más   l  i  b  r  e  s   .




miércoles, 25 de marzo de 2009

Dignidad a la palestra

Francamente, no pasa un día sin que una nueva afrenta a nuestra dignidad se haga pública. Esta vez es la impresentable colusión de Farmacias Ahumada con otras cadenas de farmacias. Yo me pregunto, ¿alguien imaginaba que esto no era posible en cualquier orden de cosas económico? Si mi aliciente es la ganancia, y coludiéndome aseguro ingentes cantidades para mi bolsillo, ¿no es razonable esperar este tipo de comportamiento, máxime cuando beneficia a todos los involucrados? ¿En esto pensaban Milton Friedman y la escuela de Chicago cuando pontificaban sobre el laissez faire (dejar hacer) del mercado? ¿Cuándo dejamos que semejantes idiotas, con una supina ignorancia de la naturaleza humana, o peor, con plena consciencia de que, en lo tocante al dinero, el hombre se comporta como un depredador, manipularan un aspecto tan importante (desgraciadamente) de nuestras vidas? Ah, se me olvidaba, fue cuando Pinocho (el laissez faire en su máxima expresión). El Estado está para eso, ni más ni menos, para intervenir el mercado, pero no cuando los mismos de siempre ya dejaron la escoba. Seguro que les hierve la sangre cuando, más encima, los paquetes millonarios de dinero de todos nosotros van en rescate de estos bastardos, porque, si no lo hacen, la economía colapsa. ¡Que colapse, entonces! ¿No indica eso que el sistema es malo? No es posible que sigamos dándonos de cabeza con mecanismos que nos conducen al despeñadero de tanto en tanto y que debemos (debemos?) rescatar con la misma frecuencia. Los ricos, principales responsables de la debacle (como en casi todas las debacles), ésos que construyen su riqueza con la pobreza de todos los demás, ésos cuyo estilo de vida no ha cambiado un ápice gracias a las medidas de ayuda, ésos que se reparten el dinero de la ayuda entre ellos (AIG), ésos que reclaman ayuda, pero no ayudan, deben asumir responsabilidades mucho más serias que las habituales, es decir, ninguna. Clamo al cielo por el sufrimiento de la gente mientras esta canalla dorada sigue riéndose en nuestra cara. Ya se dijo una vez, y por algo se dijo: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el Reino de los Cielos. Pero ya nadie cree en serio en estas patrañas, menos ellos (que son sorprendentemente píos, de no creerse: son despiadados en su negociados y con sus clientes pero le rezan a Tatita Dios, por si acaso existe, posiblemente para no perderlo todo).
Lamentablemente, el Estado ya está en manos del poder económico, y da lo mismo que exijamos a voz en cuello el fiel cumplimiento de su rol. Los políticos no son más que payasos que, al momento de los quiubos, esto es, de las elecciones, no trepidan en estirar la mano (no para saludar, precisamente o, más bien, solamente) para aceptar de quien sea un dinerito para preservar su statu quo. De esto ni Obama se salva (no espero mucho de él, sin embargo...). 
Es imperativo que tomemos consciencia (tan manoseada esta frase) de todos estos problemas que nos aquejan, que nos afectan de manera gravísima, porque es el primer paso para la destrucción del sistema. Y no llamo a la anarquía, sino a un uso inteligente de nuestros (no de ellos) recursos y a un respeto irrestricto e inflexible de nuestra dignidad.

martes, 24 de marzo de 2009

B i e n v e n i d a

En mi primera publicación, quiero dar la bienvenida a todos aquellos que empiezan a pensar distinto. En efecto, no puedo dejar de notar que empiezan a correr otros tiempos y otras líneas de pensamiento, que buscan cuestionar, así, a secas, lo que sea. Que se empieza a denunciar valientemente, en forma digna y honorable, con argumentos, todo aquello que atenta contra nuestra humanidad, nuestros anhelos y nuestra supervivencia. En este mundo en que somos números, consumidores, soldados, feligreses, clientes, en suma, pobres y tristes peones de unos pocos. Esta es mi pequeña contribución para un mundo nuevo, libre, limpio, inteligente y más humano.
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